miércoles, 17 de febrero de 2010

A compañía del chiste

Estar stand up es estar de pie, hacer stand up es una forma de vida. Uno no tiene que mediar con pacientes ni con problemas ajenos. Tampoco tiene que levantarse temprano, ni esperar a que se haga la hora de almuerzo. La mayor catástrofe que puede suceder en este trabajo es simple: que la gente no se ría. Es importante la cantidad, la risa, el aplauso; es fructífero el saludo, la aceptación y la atención permanente; pero es irritante y hasta melodramático, el bostezo, la mirada perdida y la indifencia.
Una persona está arriba de un esenario y paradogicamente sin escenografia; con un telon rojo, un microfono y algo de música para empezar. A diferencia del teatro, el comediate puede interactuar con el público. El chiste se va haciendo eco de lo absurdo hasta que la compañia piense en volver para no perder la rutina de la comedia.
Las pequeñeces que todos ven, las situaciones que muchos señalan, las noticias que algunos percatan. Poder exprimir cada gota de la cotidianeidad sin absorberla con el enojo, con el insulto o con la tristeza; sino al contrario, enfrentarla con la ironía, rebalsarla con sentido mezclada con humor y la verborragia sin vergüenza.