miércoles, 18 de febrero de 2009

si...

Si la angustia no tuviera tantos meses, si pudiera huir de esta ciudad, si el milagro de los panes y los peces consiguiera darnos de cenar, si tuvieran corazón las autopistas, si alguien me esperara en la estación, si bajaran de la luna lo artistas, si aprendiéramos a amar como animales, si quedara tiempo que perder, si bailaran rock and roll los generales, si el silencio cotizara más que el odio, si entendieras, si la felicidad no fuese egoísta, si el agua no se acaba jamás, si el tiempo no corriera, si las distancias no existieran, si el esfuerzo valiera, si el calor se regulara, si el sol hablara, si la música se presentara, si los libros no se quemaran, si las casas no cambiaran, si las estrellas disfrutaran, si los balcones se agrandaran, si me olvidaras, si vivir nos costara nada, si un beso no importara, si la sonrisa no se evaluara más que la mirada, si la memoria no tardara, si la agenda no se perdiera, si la atención no se redujera, si sobraran los carnavales, si las palabras fuesen cobradas.

lunes, 2 de febrero de 2009

Esa utopía

Hay un síndrome que cada porteño tiene en algún momento de su vida. Yo lo denomino “síndrome patagónico”. Alguno siempre soñó con pisar el sur, para siempre. Nada extraño, el porteño que se fue en la década del 60 al Bolsón a cosechar papas y tomates fue un extremista, por que del 100% de esos extremistas volvió el 80%. Por que irse al interior no implica vacaciones permanentes, hay que trabajar, y eso lo saben unos pocos, ese 20% que se quedó. La mayor parte de estas personas piensa que se vive de vacaciones, entonces cuando caen en la realidad vuelven a su aire, al smog.

Ella se dio cuenta de que se quiere volver al sur cuando tenga una familia. Esas pequeñas cosas que hace una familia se hacen imposibles en la capital, donde hay extremos, distancias y estrés, al máximo.

Esas pequeñas cosas se pueden hacen en otro lugar. Como almorzar juntos. Si, algo tan simple. Por que durante la hora de almuerzo uno no llega a tomarse el Bondi desde micro centro para llegar a su casa, y si llega no puede volver, por que no hay tiempo, y el tiempo es dinero, y sin dinero no hay comida. También pasa con la cena, una cena separada, que para que esté hace falta trabajar, y cuando uno llega de trabajar sus hijos ya duermen, por que mañana hay colegio, entonces tampoco hay cena en familia.
Esas pequeñas cosas ella las quiere hacer, y ya sabe donde.